Soy mejor que tú

Siempre que me sentaban en equipo con ellos, lo detestaba. Por una parte, no me caían tan mal, el hecho de haber formado una banda con ellos y eso estaba poca madre, por otra parte, el hecho de aguantar su carrilla era un infierno. Nunca entendí bien por que lo hacían. ¿Demostrar superioridad? ¿Al los 12, 13, 14 años?

Todo transcurría como si nada, hasta que de repente, nos pusieron a hacer el trabajo de la miss Rosalva. Miss Rosalva es de esas maestras arrugaditas, enojonas y con taza de café en la mano que gritan más que un merolico, que dejan mas tarea que todos los maestros juntos y que evalúa como le da la gana.

Ese día recuerdo que no estaba muy de humor. Fue cuando de pronto, muy chingoncitos, quisieron que yo hiciera todo el trabajo. Nos hicimos de palabras hasta que uno de ellos se atrevió a darme un sape. La gente que me conoce sabe cuanto detesto los sapes, me parecen lo mas detestable y castroso del mundo.

No lo tuvo que haber hecho.

Y yo no tuve que haber contestado.

La venganza no se daría ese día, sino días después. En casa de uno de ellos, cada viernes, después del ensayo, se armaba algo conocido como "Las Torturas".
Tomabamos a un alma inocente de la escuela que se quisiera juntar con nosotros o simplemente al molestable en turno y le haciamos un monton de cosas: La primera era que entre 4 (eramos 3 de la banda mas uno más que nos ayudaba y la víctima) lo tirabamos al suelo, le quitabamos la playera y lo amarrabamos, dependiendo de la tortura le tapabamos los ojos, y las torturas consistían en sapes, aventarle agua al cuerpo y darle de manazos, pegarle con un tubo de cartón, hasta las mas manchadas: calentar un anillo y ponerselo en cualquier parte del cuerpo, o la clásica: lamerse el dedo gordo de la mano, y la víctima, con los ojos cerrados, solo escuchaba como bajabamos nuestros cierres, mientras acercabamos nuestros dedos hacia su cuerpo.

La víctima gritaba al pensar que nuestros falos recorrían su maltratado cuerpo, se retorcía y pedía clemencia, nosotros nos carcajeabamos y le decíamos que si no obedecía lo pondriamos en su boca. Eran víctimas mentales de nuestro juego, caían y quedaban casi traumados, en algunos casos llegamos a grabar las torturas, y al verlas nos cagabamos de risa.

Ese viernes llegué como de costumbre al ensayo, todo transcurría como si nada, hasta que de pronto, algo no se me hacía normal: No había víctima. Nunca lo sospeche, hasta el momento en que en el cuarto del baterista (Lugar donde realizabamos las torturas), se me ocurrió preguntar: ¿Y a quién le va a tocar hoy?

Grave error.

Lo demás es historia, ese día fue de los peores de mi vida.

Al final del curso, en nuestra secundaria, se acostumbraba a evidenciar a los alumnos que eran un fracaso de los que eran completamente genios o matados. Empezaban a nombrar el alumno del promedio más bajo y terminaban con el del promedio más alto, mujer por lo general. Conforme los nombraban se iban poniendo de pie y se acomodaban enfrente de todo el auditorio.

La ceremonia de evidencia se dividia por grados: 1o, 2o o 3o. Y por grado había dos grupos. Yo era nuevo en esa secundaria, y muchos que ahi estaban ya se conocían dado que habían cursado la primaria en la misma escuela (la cual ofrece desde maternal hasta universidad, haganme el favor). Los nombres del "otro grupo" sonaron y cada persona tenía su lugar merecido.
De pronto empezaron a nombrar a la gente de mi grupo, y ahí fue cuando empezó la sorpresa.
Todos los hombres de mi grupo ya habían tomado su lugar, y la gente del otro grupo volteaba a ver a los que quedabamos en nuestros asientos: solo quedababamos 4 mujeres y yo.

Ninguno daba crédito a lo que veían: Yo, en el Top 5 de ñoños del salón. Juro que ni yo lo creí en ese momento.

La cara de los del otro grupo era cagadísima: todos señalandome, murmurando, los de mi grupo igual, fue cagadísimo. Al final, uno de los que participó en la tortura se me acercó para felicitarme y tratar de discupalrse por lo de aquel día.

Hoy día, soy de los pocos de ese grupo que seguimos estudiando y estoy a punto de terminar la universidad, ja. ¿Los torturadores? No hacen nada de sus vidas, doble ja, perdedores.

Siempre imagino el día en que me encuentran casualmente en la calle y me preguntan:

-Que onda güey, ¿como te va?

Yo contestaría con un:

- Bien bien, ¿Tú, como andas?

Luego un:

- Bien gracias, aquí nomás. Que onda, ¿sigues en la escuela?

Yo contesto un:

-Si,¿Tu crees?

Átonito pregunta:

-¿Apoco? No manches güey, yo me salí (como era de esperarse), ¿cuanto te falta?

En el tono más mamón, le contesto:

-Unos cuantos meses nadamás

Estúpidamente me pregunta:

-¿La prepa, verdad?

-No, la carrera

-Ah cabrón! ¿Y eso por que?

-Por que soy mejor que tú

Le doy una palmada en la espalda, le dedico una mirada de ternura y sigo con mi camino.

1 comentarios:

  cha

3 de marzo de 2009 a las 11:14:00 p.m. GMT-6

jaja yo quiero ser mejor tambien -.-

tengo un blog nuevo jajaja no se x cuanto tiempo pero en fin, q divertido tu blog!!

ya no t he visto waaa

http://chalive.blogspot.com

baaaai